"Apúrate"

Es la primera vez que me encuentro de cerca con el sucesor de Pedro. Es verdad que he podido participar en celebraciones con Benedicto XVI y con Francisco, pero nunca había tenido un momento (aunque fuera breve como fue) para estar con él. Tengo que reconocer que el título de la entrada es un poco clickbait, porque decirme, me dijo poco dirigiéndose a mí. Sin embargo, quiero compartirlo con quien quiera leerlo, como siempre, por si en algo ayuda.


La verdad es que soy un poco atrevido. Teníamos un momento para encontrarnos con Francisco y hacerle entrega de la pañoleta diocesana de Juniors, pero me animaron a que le pidiera un video diciendo algo a los niños del Movimiento, y ese era mi objetivo. De ahí que, después de saludarlo, me saliera el decirle: "Santo Padre, ¿podría grabarle un video pa' los niños del Movimiento?" La verdad que no sabía cómo me iba a contestar. Se hizo un silencio que me invitó a pensar: "Pues igual no ha sido tan apropiado como sonaba en tu cabeza, Domingo". Sin embargo, al momento, Francisco me dijo: "Apúrate". Y raudo y veloz saqué el móvil para poder grabarlo.

Breve, pero intenso. Sin embargo, una cosa es lo que el Papa me dijo, y otra lo que yo escuché. No, no es que escuche cosas que no existen, es que me gusta leer más allá de lo que me dicen.

Aunque no me lo dijo Francisco, hay algo que escuché en la basílica de San Pedro, la víspera del encuentro con el Papa actual. Allí, lo primero que hicimos fue ir a la tumba de Pedro a rezar el Credo y la oración Juniors. Te confieso que ese lugar, para mí, es un lugar que me reconcilia. Me reconcilia con mis decepciones, con mis fracasos, y con las cosas que no comprendo y que me hacen sufrir. Y me reconcilia, porque necesito reconciliarme. Necesito recuperar la paz que pierdo muchas veces ante las incomprensiones. Y miro esa tumba en la que reposan los restos del Apóstol más cercano al Señor y es ahí donde comprendo. Entiendo que, por encima de mis incomprensiones, está Dios y aquellos que no han dudado en entregar sus vidas hasta derramar su sangre porque han conocido ese amor y no han dejado de seguirlo. Pedro vivió muchas incomprensiones con el Señor, no se fiaba del todo de la manera de hacer de Jesús cuando lo seguía por Galilea, incluso fue un cobarde en el camino de la cruz... vaya, ¡como yo! Mis incomprensiones son las que él tuvo un día, y mis decepciones se parecen mucho a las suyas. No es que yo sea un crack como Pedro o que tenga ínfulas de Papa (ni mucho menos), es que necesito pensar que Pedro fue de lo más normal. Y yo, como él, muchas veces intento hacer las cosas mirando más por cómo pienso yo que deben ser que fiándome de que Dios me cuida. Y pienso que mi versión de los hechos es la mejor versión posible. Y de ahí vienen decepciones, incomprensiones y frustraciones que no sé gestionar y que me hacen sufrir. Y ahí, en la basílica de San Pedro, veo su tumba y digo: y a pesar de todas esas incomprensiones, decepciones y frustraciones, ahí estás, porque te fiaste, y aquí estamos, porque queremos confiar. Sí, lloré delante de Pedro, como él lloró delante de Jesús. Pero con alegría, porque sé que no estoy solo en esto, que desde el primero hasta el último todos tenemos nuestras luchas interiores y externas. Eso es algo que me dijo el papa, si por papa entendemos la presencia de los restos del que fuera la piedra sobre la que se edifica la Iglesia.

Y bueno, si vamos un poco más a lo concreto, realmente el Papa me dijo: "Apúrate". Obviamente, me lo dijo para que me espabilara con el video, pero no me vino mal que me lo dijera. Ahora le llaman procrastinar, pero lo de ir dejando las cosas es algo que no sé a ti, pero a mí me pasa a veces. Y el tema no es dejar la faena, el tema es dejar las cosas importantes y que realmente valen la pena. A veces estoy tan ocupado en tantas cosas que se me olvida lo realmente importante. No se me olvida, es que lo dejo de lado. ¡Cuántas veces la vida se nos come y dejamos de cuidar lo que realmente nos da vida! El memento mori de los antiguos, que ahora parece pasar desapercibido en una vana pretensión de inmortalidad, es el punto que te invita a aprovechar la vida en aquello que realmente importa. Ojalá, si mañana ya no estuviera, pudiera darme por satisfecho porque he invertido mi vida en aquello que vale la pena. Memento mori, "¡apúrate!", "Afanyeu-se a perdonar!" Aunque no me lo dijera con esa intención, ese apúrate me hizo más bien del que habría imaginado. Apúrate a hacer el bien, a cuidar los detalles insignificantes pero que dan vida a los demás, a no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, siempre y cuando valga la pena. ¡Apúrate! 

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